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martes, 29 de mayo de 2012

Empleo juvenil: una asignatura pendiente

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ofrece al público una gran cantidad de estudios, artículos y boletines relacionados a las condiciones laborales de América Latina y el resto del mundo. En Once por ciento consideramos muy importante compartir este tipo de información ya que puede ayudar a tener una aproximación a la realidad que enfrentan, en este caso, los jóvenes de la región en cuanto a la gran necesidad de obtener un empleo.

Por ello, en esta entrada presentamos uno de los boletines publicados en el sitio oficial de la OIT. El artículo pretende ahondar sobre la falta de programas y políticas públicas que ayuden a los jóvenes centroamericanos y del caribe a obtener un empleo digno. 

Esta entrada fue tomada del boletín número 7 elaborado por Leonardo Ferreira, Especialista en Política Económica e Instituciones del Mercado de Trabajo Rafael Muela, Experto Asociado en Empleo Juvenil  publicado por la OIT en el siguiente link http://dwt.oit.or.cr/index.php?option=com_content&view=article&id=444:el-empleo-juvenil-en-la-subregion-de-centroamerica-panama-y-republica-dominicana-una-asignatura-pendiente&catid=170:colaboracion&Itemid=325

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El empleo juvenil en la subregión de Centroamérica, Panamá y República Dominicana: una asignatura pendiente

Leonardo Ferreira, Especialista en Política Económica e Instituciones del Mercado de Trabajo
Rafael Muela, Experto Asociado en Empleo Juvenil



El panorama laboral se presenta para los jóvenes de Centroamérica, Panamá y República Dominicana como un gran desafío, en el que tendrán que sortear gran cantidad obstáculos para encontrar un empleo decente.

Con una población total de aproximadamente 10 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años (27% de la población total), poco más de la mitad económicamente activos (52%), representando una cuarta parte de la fuerza laboral total en la zona, el gran desafío es generar oportunidades de empleos productivos y trabajo decente para cerca de 3,4 millones de jóvenes que enfrentan problemas de desempleo u ocupación precaria (es decir, 3 de cada 10): alrededor de 630 mil desempleados, suponiendo un tasa de desempleo del 12,2%; y 2,8 millones de jóvenes ocupados en actividades vinculadas al sector informal. A ello debe añadirse que cerca de la cuarta parte de los jóvenes de la subregión ni estudia ni trabajan.

Ante este difícil panorama, y la irrupción de la crisis económica mundial, las respuestas políticas de los Gobiernos de los distintos países deben considerar la coyuntura económica desfavorable, y actuar en consecuencia, pero igualmente deben abordar con una perspectiva de largo plazo el tema del empleo juvenil, el cual es un problema estructural de la economía que, en término generales, no ha sido suficientemente considerado hasta la fecha por los responsables económicos y de del sector laboral de cada nación de esta subregión.

Enfrentar este problema es una necesidad inmediata, a causa de la especial vulnerabilidad de la población juvenil en el mercado de trabajo, que puede verse agravada por una situación de crisis económica mundial, como la actual.

En primer lugar, la referida vulnerabilidad viene dada por el hecho de que los jóvenes, generalmente, encuentran grandes dificultades para ingresar en el mercado de trabajo,  principalmente debido a su falta de experiencia. Esta situación se hace aún más complicada en la actual situación de desaceleración económica, ya que las empresas reducen sus planes de inversión productiva y en gran medida el número de contrataciones.

En segundo término, es muy relevante el hecho de que los trabajadores jóvenes son los primeros en riesgo de perder sus empleos en situaciones económicas desfavorables, dado que son los despidos más baratos a causa de su poca antigüedad en la empresa, y por que son los empleados que, al carecer de mayor experiencia, representan una menor pérdida de capital humano que aquellos trabajadores más experimentados.

En este contexto, medidas para regular los incentivos a la contratación juvenil son menos eficaces que aquellas que apoyan e incentivan la permanencia de los jóvenes en la educación y la formación, como por ejemplo ocurre con el programa “Avancemos” en Costa Rica, que utiliza el método de las transferencias monetarias condicionadas.

Asimismo, medidas que apoyen el emprendedurismo, como puede ser el “Proyecto fomento de la empresarialidad entre jóvenes hondureños”, permitirían que los jóvenes que tengan cualquier tipo de iniciativa empresarial, consiguieran un empleo, además de contribuir con sus actividades a impulsar y estimular la economía del país.

Por último destacar que la formación técnica profesional, en particular los esquemas de formación dual, debe ser también una prioridad entre los planes de empleo, ya que propicia un incremento en la empleabilidad de los jóvenes, entre tanto no consiguen un empleo, y les ayuda a superar las barreras existentes por su falta de experiencia profesional. Este es el caso del programa Juventud y Empleo en República Dominicana, que incluye un periodo de pasantía tras una primera fase de aprendizaje teórico.

En definitiva, señalar que el empleo juvenil necesita ser abordado de forma decidida por parte de quienes ostentan las competencias en esta materia – no solo el Estado, sino también el sector privado, de modo que este periodo actual de crisis se convierta en una oportunidad para incorporar la perspectiva del empleo productivo y el trabajo decente de jóvenes en las políticas nacionales de los países de Centroamérica, Panamá y República Dominicana, sendero para alcanzar sociedades más justas, más cohesionadas y más democráticas.


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